Situada en la emblemática Plaza de San Pedro, en pleno corazón del barrio de la Ajerquía, la Basílica Menor de San Pedro es una de las iglesias fernandinas fundadas tras la conquista de Córdoba por Fernando III el Santo. Sin embargo, su historia es mucho más antigua: fue erigida sobre los restos de un templo mozárabe que albergó las reliquias de los mártires Fausto, Januario y Marcial, ejecutados en época romana.

Desde el siglo XIII, el templo ha sido objeto de múltiples transformaciones arquitectónicas. Las primeras obras datan de 1264 y ya en el siglo XVI, el arquitecto Hernán Ruiz II reformó completamente la fachada, bajo el mecenazgo del obispo Leopoldo de Austria. En los siglos posteriores se añadieron elementos como la Capilla del Bautismo, bóvedas barrocas que ocultaron estructuras mudéjares, y nuevas dependencias parroquiales.

En su interior destaca el retablo de los Santos Mártires, de 1742, y el relicario de plata que conserva sus restos. La iglesia fue declarada Basílica Menor en 2006 por el papa Benedicto XVI.

Su entorno, marcado por un trazado urbano de origen islámico, acoge joyas como la Plaza de Aguayos y su casa señorial mudéjar-renacentista.