Córdoba, cuna de leyendas taurinas

Los Cinco Califas del Toreo

De Lagartijo a El Cordobés: una historia de arte, valor y rebeldía en los ruedos

Hablar de Córdoba es hablar también de toros. La ciudad, con su arraigo profundo en la tradición taurina, ha dado a la historia del toreo cinco nombres inmortales que recibieron el apelativo de “Califas”, en un paralelismo con la grandeza califal que marcó la identidad cultural de la ciudad. Estos toreros no solo dominaron los ruedos en sus respectivas épocas, sino que marcaron estilos, abrieron caminos y encarnaron la pasión, la valentía y el arte propios de la tauromaquia cordobesa.

Rafael Molina “Lagartijo” (1841-1900)

El primer Califa del toreo. Lagartijo fue un torero elegante, de técnica depurada y temple exquisito. Su dominio del capote y la muleta lo convirtieron en un referente indiscutible de la segunda mitad del siglo XIX, rivalizando con Frascuelo en una de las rivalidades más célebres de la historia taurina. Su figura abrió la puerta al mito cordobés en los ruedos.

Rafael Guerra “Guerrita” (1862-1941)

Discípulo aventajado de Lagartijo, Guerrita se erigió como un torero poderoso y carismático. Conocido por su frase “En España mando yo y en Córdoba, mi mujer”, simbolizó el dominio absoluto sobre los toros y las plazas de finales del XIX. Fue el primer gran fenómeno de masas del toreo, con una autoridad tal que se retiró en la cumbre sin que nadie pudiera discutirle.

Rafael González “Machaquito” (1880-1955)

El tercero de los Califas, un torero de raza, de entrega absoluta y de valor sin límites. Su apodo lo heredó de su pequeño tamaño en la infancia, pero en la plaza era un gigante. Fue famoso por su arrojo, su desprecio al peligro y su autenticidad, conquistando al público por su entrega sin reservas.

Manuel Rodríguez “Manolete” (1917-1947)

El cuarto Califa y el mito más universal del toreo cordobés. Manolete elevó la tauromaquia a la categoría de arte moderno con su estilo vertical, austero y profundo. Su figura marcó la llamada Edad de Oro del toreo en los años 40, hasta su trágica muerte en Linares, que lo convirtió en leyenda inmortal. Su figura trascendió lo taurino para convertirse en símbolo cultural de una época.

Manuel Benítez “El Cordobés” (1936-)

El quinto Califa, un torero revolucionario que rompió moldes en los años 60. Su estilo heterodoxo, su valor desmedido y su cercanía con el público lo convirtieron en fenómeno social y mediático, llevando el toreo a nuevas masas. Supo conectar como nadie con el pueblo, encarnando rebeldía y espectáculo en los ruedos.