Dominando la entrada norte al centro histórico de Córdoba, la Torre de la Malmuerta es una de las construcciones militares más emblemáticas y enigmáticas de la ciudad. Erigida entre 1406 y 1408 por orden del rey Enrique III de Castilla, esta torre albarrana de planta octogonal y sólida sillería fue diseñada para proteger la muralla, apoyándose sobre un característico arco de paso.

Más allá de su función militar, la torre es indisociable de las leyendas que la envuelven. Su nombre popular, «la Mal-muerta», proviene del trágico relato de un caballero que, según el mito, asesinó a su esposa inocente. Aunque la historia real es distinta, esta narrativa ha calado profundamente en el imaginario cordobés, añadiendo un aura de misterio a sus piedras.

A lo largo de los siglos, ha servido como prisión para nobles, observatorio astronómico y sede de diversas instituciones. Hoy, la Torre de la Malmuerta se erige como un poderoso símbolo de la Córdoba medieval, un monumento que invita al visitante a contemplar la fascinante confluencia entre la historia documentada y la leyenda popular.