Fortaleza entre dos mundos, icono de historia, cultura y convivencia junto al Puente Romano

La Torre de la Calahorra: Testigo milenario en la entrada a Córdoba

Custodiando el extremo sur del Puente Romano sobre el Guadalquivir, la Torre de la Calahorra es mucho más que una obra defensiva: desde su construcción en época islámica hasta convertirse hoy en museo de la interculturalidad, este monumento vigoroso ha presenciado batallas, rivalidades reales, vida social y el florecimiento de culturas que dieron esplendor a la Córdoba medieval.

La Torre de la Calahorra es uno de los monumentos más emblemáticos y antiguos de Córdoba, situada en el extremo sur del Puente Romano sobre el río Guadalquivir. Su historia está intrínsecamente ligada a la función defensiva y a los diferentes pueblos y culturas que han marcado la ciudad a lo largo de los siglos.

Orígenes y función defensiva

El origen de la Torre de la Calahorra se remonta a la época islámica, probablemente al siglo XII, como parte de las fortificaciones que protegían el acceso a Córdoba desde el sur. Su posición estratégica servía para controlar la entrada por el Puente Romano, uno de los principales puntos de acceso a la ciudad. Inicialmente, la construcción contaba con dos torres unidas por un arco, pensado exclusivamente para la defensa de la ciudad frente a posibles invasores

Transformaciones tras la conquista cristiana

Con la conquista de Córdoba por Fernando III el Santo en el siglo XIII, la torre mantuvo su papel militar. Sin embargo, fue durante el siglo XIV, tras la batalla fratricida entre Pedro I y Enrique de Trastámara, cuando la torre sufrió una transformación significativa. Enrique II, vencedor de la contienda, ordenó construir una tercera torre, otorgando al conjunto una planta en cruz característica. Además, reforzó la defensa con la introducción de un foso y un puente levadizo. Desde aquella época, en la fachada oriental aún puede verse el escudo de armas de Castilla y León como testigo de la intervención castellana.

Del baluarte defensivo a usos civiles

A finales del siglo XV y con la llegada de la artillería, la torre fue adaptada añadiendo troneras desde donde disparar con pólvora. Su relevancia militar fue decayendo y, a partir del siglo XVIII, fue utilizada como cárcel, principalmente para moriscos y soldados extranjeros. Más adelante, en el siglo XIX, se convirtió en escuela de niñas, reflejando cómo el edificio se fue adaptando a las necesidades de la ciudad de cada época

En 1931, la Torre de la Calahorra fue declarada Monumento Histórico Artístico, reconociendo su valor patrimonial y simbólico. Posteriormente, pasó a propiedad municipal y, en 1987, fue confiada a la Fundación Paradigma Córdoba que la gestiona en la actualidad.

Actualidad: Museo Vivo de al-Andalus

Hoy en día, la Torre de la Calahorra alberga el Museo Vivo de al-Andalus, un espacio dedicado a la divulgación del legado de la convivencia de las tres grandes culturas de la Córdoba medieval: cristiana, judía y musulmana. El museo destaca los aportes científicos, culturales y sociales de cada civilización y ofrece una experiencia didáctica al visitante, además de unas espectaculares vistas de la ciudad y sus monumentos desde la terraza superior

Un símbolo de Córdoba

La Torre de la Calahorra es mucho más que un vestigio arquitectónico; es el símbolo de la riqueza histórica y cultural de Córdoba. Su silueta, junto al Puente Romano y la Mezquita-Catedral, sigue presidiendo el paisaje cordobés, recordando el paso de civilizaciones y la importancia de la tolerancia y la convivencia en la historia de la ciudad